miércoles, 2 de julio de 2014

Dos médicos indemnizan a unos padres con 150.000 euros tras la muerte de una menor

La doctora que atendió a la joven en Gandia carecía de un título homologado y obvió un electrocardiograma con un resultado «anormal» 

 

Carmen, de 16 años, empezó a encontrarse mal el 17 de agosto de 2008. Estaba veraneando con su familia en Almiserà. Pasó el día de domingo con molestias. Como no mejoraba, a la una de la madrugada sus padres la llevaron al Centro Médico La Safor de Gandia. Se preocuparon porque empezó a dolerle el brazo izquierdo y le costaba respirar. 

Una vez allí, la doctora que estaba realizando el servicio de guardia, Edwige Ginelle Nagham, le tomó la tensión arterial, la auscultó y le dio oxígeno. La menor se sometió a un electrocardiograma y a una radiografía. La facultativa le inyectó Primperan para atajar los vómitos y Zantac para el estómago. Una vez finalizadas las pruebas, aseguró que «todo iba bien» y que era un simple problema estomacal. 

Pero nada más lejos de la realidad. Nagham no acertó con el diagnóstico. No supo interpretar el electrocardiograma, cuyo resultado fue anormal, y en vez de desviarla a otro hospital, la mandó para casa. Carmen, que siempre había gozado de buena salud, falleció a las 7.37 horas del 18 de agosto de 2008 a causa de una parada cardiorrespiratoria. 

 Los familiares se percataron de que la doctora, natural de Camerún, tenía su titulación de Medicina expedida por la República de Costa de Marfil sin homologar en España por el Ministerio de Educación. Tampoco estaba colegiada en el Colegio de Médicos de Valencia ni en ninguno otro del país, por lo que no estaba legalmente capacitada para ejercer esta profesión en España.

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