El Defensor del Paciente pide a Fiscalía que abra una investigación
al advertir «mala praxis» en el diagnóstico de un paciente aquejado de
un tumor cerebral.
«Es indecente el trato y la atención que ha recibido este paciente.
Ha soportado dolores intensos por culpa de un retraso injustificado del
diagnóstico, pese a la infinidad de veces que acudió a su médico de
cabecera y a urgencias». Así reza parte del escrito que el Defensor del
Paciente dirigió a principios de julio a la Fiscalía de Almería para
solicitar que abra una investigación de oficio con el fin de esclarecer
«el calvario» sufrido por José Antonio Hernández, vecino de Roquetas de
Mar y de 47 años.
Este documento, dirigido al fiscal jefe de Almería, Antonio Pérez,
advierte sobre la «mala praxis» de los médicos que trataron a José
Antonio Hernández, quienes diagnosticaron su dolencia «de forma errónea»
y «no le practicaron» las pruebas necesarias durante tres meses hasta
que finalmente tuvo que ser intervenido de urgencia en el hospital
Torrecárdenas «a vida o muerte» por un tumor cerebral.
«Si mi mujer no se hubiera enfrentado a los médicos para que no me
dieran el alta, ahora mismo no estaría vivo», lamentó a IDEAL este
vecino de Roquetas, quien inició su particular 'vía crucis' a principios
del pasado abril. «Empecé a sufrir fuertes dolores de cabeza y de
cervicales. Al principio, no le di importancia pero los dolores fueron
en aumento y comencé a sufrir mareos». Un hecho que provocó que José
Antonio se trasladara a la consulta de su médico de cabecera, situada en
el centro de salud de Roquetas Norte.
Según relata Hernández, su médico «se limitó» a recetarle unas
pastillas efervescentes y no contempló «algún tipo de exploración». El
dolor continuó en días siguientes y provocó que se desplazara hasta en
cuatro ocasiones al centro de salud. «En urgencias me diagnosticaron
cervicalgia y me mandaron de nuevo a casa», subraya. Ante el dolor
«insoportable», este roquetero, en compañía de su mujer, optó por
trasladarse al centro de salud de Aguadulce. Días antes, su médico de
cabecera le recomendó «acudir al psiquiatra» ante la insistencia de este
para ser sometido a pruebas «más concluyentes».
Sin embargo, y pese a sufrir calambres en las manos y una pérdida
progresiva de vista, al margen de los fuertes dolores de cabeza, los
médicos de Aguadulce siguieron el mismo protocolo: «Me inyectaron un
antiinflamatorio y me mandaron a casa».
Los días pasaron y el dolor derivó en «continuas pérdidas de
conciencia». Por ello, José Antonio pidió a su médico de cabecera que le
derivara a un especialista. Si bien, el facultativo le derivó a un
traumatólogo al creer que era un padecimiento cervical. «Mientras esperé
dicha consulta, tuve que acudir varias veces a las urgencias del
hospital de Poniente, pero se repitió el mismo proceso que en las
anteriores ocasiones».