Muere Leopoldo María Panero, la sombra de Peter Pan.
El poeta de 'Asi se fundó Carnaby Street' fallece seis días después de Ana María Moix, su eterno amor imposible.
Se ha muerto Leopoldo María Panero, se ha muerto nuestro Peter Pan, nuestro Artaud, nuestro loco,
nuestro intocable, nuestro monstruo. Ha ocurrido en Las Palmas de Gran
Canaria, a medianoche, en la Unidad Clínica y de Rehabilitación del
Hospital Juan Carlos I. Llega la hora del obituario más esperado de la
literatura española.
Todos tenemos alguna imagen de Leopoldo María Panero en la cabeza.
Algunos, afortunados, lo recuerdan en el pub Santa Bárbara de Alonso
Martínez, en Madrid, en el año 75, descalzo, insultando a los camareros, buscando pelea.
Algunos lo vieron en Las Palmas de Gran Canaria, hacia el año 2000, en
sus tardes libres de la Quinta del Reposo de Santa Brígida: tomaba 15
coca-colas en un rato, robaba cigarros a los estudiantes intimidados que
lo sentaban a su mesa. No hablaba con nadie. Habrá quien lo vea en
Barcelona en el año 68 o 69, obsesionado con el personaje de JM Barrie,
Peter Pan, y con Ana María Moix, en un amor imposible y no del todo claro que, paradojas, se une en la muerte. Y los demás lo recuerdan, como mínimo, como un espectro en 'El desencanto', la película legendaria de Jaime Chávarri.
'El desencanto' se rodó en 1974, que es, en realidad, la mitad de la
década central de la vida de Leopoldo María Panero, el periodo en el que
pasó casi todo lo bueno y casi todo lo malo de su vida. El viaje empieza en 1968:
Leopoldo hijo todavía no había incorporado el María a su nombre, era un
chico flaco y guapo, un poco extravagante, que había acabado el
bachillerato en el Liceo Italiano de Ríos Rosas. ¿Había tenido ya su
primera crisis psicótica? En la biografía de J. Benito Fernández, 'El
contorno del abismo' (Tusquets), no queda claro cuál es el momento de la
primera quiebra, pero en alguna escena de 'El desencanto', Michi Panero
deja caer que ocurrió en la adolescencia. Su gran amigo de la época,
Joaquín Araújo, el naturalista, dice que fue al entrar en la carrera.
Por entonces, Panero rondaba el Partido Comunista, aunque su aspecto de
aprendiz de dandi se llevaba mal con la disciplina del partido.
Estudiaba Filosofía y Letras con no demasiada atención. Escribía poemas,
como los llevaba escribiendo desde los cinco años.
¿Hace falta recordar los antecedentes? El padre poeta falangista, la
madre encantadora y siniestra, Astorga, la casa de la calle Ibiza... Un
dato menos conocido: una hermana de Felicidad Blanc, su progenitora, era esquizofrénica. Y su padre, eso lo sabemos todos, era alcohólico. La mezcla perfecta.
En 1968, Leopoldo María empezó a tomarse en serio lo de escribir. Se
estableció a medias en Barcelona, se hizo amigo de Pere Gimferrer
(entonces, aún Pedro), conoció a Vicente Molina-Foix, empezó a componer
'Así se fundó Carnaby Street', pasó por el calabozo por primera vez, se
enamoró locamente (y sin posibilidad de ser correspondido) de Ana María,
se aficionó a la grifa, ingresó en su primer psiquiátrico en la calle
de López de Hoyos... En los años siguientes, Leopoldo María entró en la cuadra de los Novísimos de Castellet, de la que luego renegaría, como todos, conoció a Eduardo Haro Ibars, con el que se deslizó hacia Marruecos, la politoxicomanía, el esquizoanálisis, una cárcel de Zamora (Claudio Rodríguez los cuidaba) y el amor salvaje.
Deslizarse es la palabra que explica la década que va de 1968 a 1978.
El viaje termina el día en el que Panero se mete en una pelea en un pub
de Palma de Mallorca después de haber estado molestando a una chica.
Leopoldo María entendió que los servicios de Inteligencia estaban detrás
de la paliza, detrás de él. La esquizofrenia se empapa de paranoia
y Panero aparece ya condenado al submundo de los psiquiátricos en
pensión completa o media. Tarragona, Ciempozuelos, Getafe, Mondragón,
Santa Brígida en Las Palmas... En Gran Canaria pasó los últimos 20 años
de su vida, desde que se murió su progenitora, porque la isla, con el
buen clima, no es un mal sitio para los enfermos crónicos y porque qué
más da estar lejos de todo, si ya había perdido a los amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario