La revista Infocop Online, del colegio Oficial de Psicólogos de España,
ha publicado en su web una serie de artículos donde se cuestiona la eficacia
de los psicofármacos para el tratamiento de trastornos mentales.
Diversos investigadores (como Irving Kirsch, prestigioso investigador de la
Universidad de Hull) cuestionan la idea que considera los trastornos mentales
como simples desequilibrios químicos que pueden corregirse con el uso
de fármacos, afirman que su eficacia podría no ser mayor que la
del
placebo
y que su uso podría resultar perjudicial, debido a que alteran la química
cerebral.
La influencia de las compañías farmacéuticas
El aumento cada vez mayor de diagnósticos de enfermedad mental en Estados
Unidos desde finales de los años 80 coincide con la aparición
del Prozac. Desde que aparecieron los primeros antidepresivos en el mercado
se triplicó el número de personas que recibían tratamiento
para la
depresión
en solo diez años. La periodista del New York Review Books, Marcia Angell,
quien ha analizado los datos de diversos investigadores, se pregunta si estas
cifras se corresponden a un aumento real de la prevalencia de trastornos mentales.
Los investigadores advierten que es preocupante que las compañías
farmacéuticas sean las que estén determinando qué se puede
considerar enfermedad mental y cómo tratarla, así como de la puesta
en marcha de medidas agresivas y abusivas para vender psicofármacos.
¿Realmente hay un desequilibrio cerebral en el trastorno mental?
Los científicos cuestionan también la idea de que la enfermedad
mental se debe a un desequilibrio cerebral que puede corregirse mediante fármacos.
Las investigaciones indican que esta teoría no se sostiene. "Antes
del inicio del tratamiento farmacológico, los pacientes diagnosticados
de esquizofrenia, depresión o cualquier otro trastorno psiquiátrico
no presentan estos famosos desequilibrios químicos. Sin embargo, una
vez que una persona inicia el tratamiento farmacológico, que de una manera
u otra abre una llave en la mecánica habitual de la transmisión
neuronal, su cerebro empieza a funcionar de manera anormal", explica el
periodista de investigación Robert Whitaker, quien se pregunta si los
fármacos psicoactivos mejoran o, por el contrario, empeoran la salud.
Antidepresivos: no más eficaces que el placebo
En sus investigaciones, Kisch observó cómo los antidepresivos
eran solo un poco más eficaces que los placebos. En las investigaciones
a doble ciego, ni el investigador ni la persona que participa en el estudio
sabe si está tomando un fármaco o un placebo. Sin embargo, Kirsch
planteó que, dado que los fármacos producen ciertos efectos secundarios
(como boca seca, etc.), lo más probable era que los participantes en
el estudio sí supieran que estaban tomando un fármaco y formuló
la hipótesis de que el hecho de ser consciente de la toma del medicamento
podría influir en el resultado. Por este motivo, diseñó
una investigación en la que el placebo utilizado también producía
ciertos efectos secundarios, aunque ningún efecto médico. En estos
estudios, los resultados mostraron que no había ninguna diferencia entre
el efecto del antidepresivo y el placebo.
Desgraciadamente, la mayoría de las investigaciones realizadas para
comprobar la eficacia de los fármacos, están financiadas por los
laboratorios farmacéuticos, quienes deciden luego qué investigaciones
hacen públicas. Gracias a la Ley de Libertad de Información del
Reino Unido, Kirsch pudo acceder a un total de 46 de estos estudios realizados
por las farmacéuticas y comprobó que estos estudios mostraban
que los placebos alcanzaban niveles de eficacia incluso superiores al de los
antidepresivos (los placebos tuvieron un nivel de eficacia del 82% en el tratamiento
de la depresión).
En sus investigaciones, Kirsch comprobó también que cualquier
tipo de fármaco utilizado en la depresión resultaba eficaz, ya
fuera antidepresivo, sedante,
estimulante,
remedios herbales u otros. Esto es debido a que todos ellos producen efectos
secundarios (taquicardias, boca seca), que hacen pensar al paciente que está
recibiendo un tratamiento, lo cual funciona como efecto placebo, produciendo
una mejora debido a que el paciente espera mejorar.
Los efectos perjudiciales de los psicofármacos
Si bien Kirsch se centra solo en la depresión, Whitaker analiza todas
las enfermedades mentales, llegando a la conclusión de que tanto los
antidepresivos como la mayoría de los fármacos psicoactivos no
son sólo ineficaces, sino perjudiciales. Según este autor, todos
los psicofármacos, incluso los que tratan síntomas a corto plazo,
causan daños cerebrales más graves que los que se habrían
producido por la progresión natural de la enfermedad sin tratamiento
farmacológico.
Por ejemplo, el consumo de antidepresivos inhibidores de recaptación
de serotonina produce una concentración elevada y anormal del nivel de
serotonina en el cerebro que puede dar lugar a episodios de manía si
su consumo se prolonga en el tiempo. Cuando aparece la manía, el paciente
es diagnosticado como bipolar, de modo que se le recetan más psicofármacos
que producen más efectos secundarios y así sucesivamente, hasta
el punto de que algunas personas llegan a tomar hasta seis psicofármacos
distintos al día.
Según Nancy Andreasen, una prestigiosa neurocientífica y psiquiatra,
el consumo de psicofármacos está asociado a un "encogimiento"
del cerebro y este efecto está directamente relacionado con la dosis
y la duración del tratamiento farmacológico. En declaraciones
al New York Times, señaló que "el consumo de psicofármacos
impide que la corteza prefrontal reciba la entrada de lo que necesita y empieza
a experimentar apagones. Lo que se traduce en síntomas psicóticos.
Esto también hace que la corteza prefrontal se atrofie lentamente".
En la revista Infocop Online, del Colegio Oficial de Psicólogos, podrás
encontrar más artículos sobre este tema, como los siguientes:
Fuentes. http://motivacion.about.com/od/psicologia/a/El-Peligro-De-Usar-Antidepresivos-Y-Otros-Psicofarmacos.htm