Se conoce como mala
praxis, a la mala actuación de un profesional, producto de la
negligencia. Estos desafortunados fenómenos son más comunes en la medicina que
en cualquier otro campo, y acarrea serias consecuencias sobre la salud y la
vida de los pacientes.
En los casos de mala praxis los profesionales médicos incumplen con su deber y actúan con negligencia, impericia y/o imprudencia.
En el ámbito de la salud, mala praxis
se refiere a situaciones en la que el paciente ha sufrido un daño causado por
un acto médico originado en la negligencia, impericia o imprudencia del
profesional médico y/o provocado por el sistema sanitario.
Si bien la expresión “negligencia
médica” suele emplearse como sinónimo de “mala praxis médica” es preciso
aclarar que la negligencia es sólo una de las acciones que la originan.
Los casos de mala praxis también pueden ser causados por impericia y/o
imprudencia de los profesionales de la salud.
Con el fin de reconocer situaciones de mala
praxis médica es preciso identificar y diferenciar estos conceptos: La
negligencia médica implica la ausencia de medios oportunos para la tarea
específica demandada. La imprudencia se traduce en la falta de un
comportamiento acorde a lo sensato, discreto y que evite el peligro del
paciente. La impericia, en este contexto, es la inexistencia de habilidad y
experiencia en la ciencia médica.
Los casos de mala praxis pueden probarse si se demuestra que los médicos
han incumplido con su deber y/o han actuado con negligencia, impericia
y/o imprudencia. Cuando se presenta una demanda por mala praxis médica
es necesario contar con pruebas objetivas y contundentes que permitan
mostrar una relación causal entre el accionar médico y el daño físico,
psíquico y/o moral provocado en el paciente.
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